Diciembre suele asociarse con balances, cierres y la ilusión de nuevos comienzos. Sin embargo,  para miles de pequeñas y medianas empresas (PYMES) en Costa Rica, este mes representa uno de los momentos financieros y operativos más complejos del año.

Es innegable que las PYMES son el corazón productivo del país, pues generan alrededor de 370.000 empleos formales y sostienen una parte significativa de la actividad económica nacional. Aun así, los datos del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), reflejan una realidad preocupante: solo cerca del 30 % de estas empresas logra superar los primeros cinco años de operación. Esta fragilidad estructural se vuelve especialmente evidente en el cierre y arranque de cada año.

El pago de aguinaldos, las obligaciones fiscales, la regularización de inventarios y la planificación tributaria se concentran en un periodo corto, justo cuando muchas PYMES operan con márgenes ajustados y liquidez limitada. No se trata únicamente de una cuestión administrativa, sino de solvencia y supervivencia empresarial.

A esta presión se suma un problema estructural de fondo: el acceso al financiamiento. Datos del propio MEIC indican que solo alrededor del 30 % de las pymes accede a crédito formal, mientras que el resto enfrenta barreras como falta de garantías, historial crediticio insuficiente o condiciones poco acordes a sus ciclos operativos. En momentos críticos como el cierre de año, esta limitación reduce la capacidad de maniobra de muchas empresas para cumplir con sus obligaciones y planificar el crecimiento futuro.

Cerrar el año, entonces, no es un trámite automático. Requiere una lectura estratégica del negocio. Analizar con rigor el flujo de caja permite identificar cuellos de botella financieros; ordenar inventarios ayuda a liberar capital atrapado; evaluar la rentabilidad por producto o servicio, permite decidir dónde invertir y dónde ajustar. Asimismo, anticipar las obligaciones tributarias y financieras evita que enero se convierta en un mes de arrastre y no de impulso.

El desafío no es menor. En un entorno económico cada vez más competitivo, una PYME que inicia el año sin claridad financiera, parte en desventaja. Por el contrario, aquellas que logran cerrar con información ordenada, decisiones basadas en datos y acceso oportuno a financiamiento tienen mayores probabilidades de sostenerse, crecer y generar empleo.

Fortalecer la salud financiera de las pymes no es solo una responsabilidad empresarial; es una condición necesaria para la estabilidad económica del país. Entender el cierre de año como un punto estratégico, y no solo contable,  puede marcar la diferencia entre sobrevivir o desaparecer en los primeros meses del nuevo ciclo.

César Jiménez, especialista PYME del Conglomerado Financiero Grupo Mutual.